AGRESIVIDAD




Los seres humanos solemos actuar ante estímulos emocionales cuando nos vemos inmersos en ciertas situaciones o sucesos cargados de emotividad. No solo las personas, los animales no son diferentes en este caso. La diferencia es que los seres humano somos seres ‘’racionales’’. Un ser capaz de canalizar las emociones para evitar conflictos innecesarios y así, de esta forma, resolver los problemas en los que nos vemos envueltos en la vida diaria. No obstante, la realidad es distinta a lo mencionado con anterioridad, es decir, sí se puede cumplir con el objetivo de no caer en provocaciones y en no dejar que las emociones nos controlen en vez de ser las emociones quienes nos controlan.

Los sentimientos se encuentran en la vida diaria casi a cada instante, no sólo cuando una madre le replica a su hijo por su mal comportamiento y este se molesta, están en aquel libro que le brindó a alguien un momento de tristeza con la muerte de su personaje favorito, cuando tu mascota te recibe con esa felicidad tan contagiosa; y así miles de momentos más. Sin embargo, no todos suelen ser momentos de alegría, felicidad, sorpresa o tristeza. También existen momentos donde nos cuesta encontrar una solución plausible a los problemas, y es entonces que cuando nos ahogamos en ese mar de decepciones, frustraciones y una rabia contenida que se pueden convertir tarde o temprano en agresividad.


¿Qué es la agresividad?

Se define la agresividad como un sentimiento ligado a la rabia, o dicho de otra forma, la agresividad puede ser la reacción a un momento de rabia. Cuando una persona insulta a otra, una mala noticia, cuando algo no sucede como se espera, cuando cierto sujeto se percibe o se siente rodeado por algo que lo hace creer que está en peligro y reacciona o tiene el deseo de hacerlo de forma violenta; ya sea física, verbal o hasta sexual. Entonces en algunos casos, en semejanza con los animales, se podría afirmar que también está relacionada con ese instinto de territorialidad, cuando las personas observan que algo suyo o de su entorno parece estar en riesgo. Asimismo, es utilizada para mostrar vehemencia, para hacer verse ante los demás que es el más ‘’fuerte’’, y por ello, el líder.

La agresividad puede manifestarse de distintas maneras, no únicamente de manera física. También puede ser emocional, a través de la molestia hacia otro, mediante expresiones faciales o incluso mediante el tono de voz. Otra forma de mostrar agresividad es mediante la cognición, es decir, pensando en hacer daño a otro y llegando a planificarlo. E incluso, la manipulación emocional también es otra forma de agresividad.

Pero a pesar de ser un sentimiento que provoca al afectado actuar de manera impulsiva, la agresividad, al igual que el resto de las emociones, puede ser canalizada y así ayudar a ejecutar positivamente los conflictos. Es decir, puede referirse a ella como un sentimiento de atrevimiento. Sin llegar a la acción violenta, la agresividad podría llegar a servir como una herramienta de decisión y seguridad ante las adversidades por las que una persona adulta suele atravesar en muchos momentos a lo largo de su vida. Y es precisamente ello lo que se trabaja en terapia, la canalización de la agresividad hacia tareas positivas.


Causas de la agresividad

Existen diversos motivos que llevan a un adulto a reaccionar con agresividad. Algunos envueltos sin querer en un círculo vicioso, vislumbrando desde su infancia a uno de sus progenitores como un ser agresivo y por ende, una vez adultos, adoptan ese carácter con ‘’normalidad’’ y lo reflejan de la misma forma en el hogar. La crianza de un niño influye mucho en el comportamiento del adulto del mañana, aún si no se le corrigen los errores con el paso del tiempo.

Una meta frustrada puede ser una causa, más aún en el caso de una negligencia por parte de un tercero. Se conciben las ganas de descargar toda la ira en contra de esa persona y queda a merced si lo hace o no. En el caso contrario, el agresor puede desahogarse con alguien o algo que no tuvo que ver con el asunto. También puede reaccionar así de forma automática cuando se ve con demasiados obstáculos para lograr sus objetivos.

Problemas en el área del trabajo, un jefe que abuse de su autoridad para explotar al personal y si viene acompañado con un carácter nada educado y simpático. Un despido injustificado, diferencias muy marcadas con otro compañero de trabajo, incumplimiento en las tareas a realizar, estrés por exceso de trabajo. En general cualquier ambiente de trabajo que no sea nada armonioso para su agradable o tranquilo desenvolvimiento.

Complicaciones de índole socioeconómicos, en países que se encuentran en subdesarrollo y con una economía inestable, la agresividad puede llegar a ser algo cotidiano. El dinero no alcanza para abarcar las necesidades básicas del hogar, lo que genera frustración, ira o rabia. En el caso de un país con una economía plena y sostenible, aumenta el constante deseo de poseer más de lo que ya se gana, generándose más y más deudas.

Las provocaciones es otro factor muy común que desencadenan la agresividad de un adulto. La competencia, el furor de demostrar que se es mejor que el adversario, o el desacuerdo en algún punto de vista. Cuando alguien se siente amenazado por otra persona y piensa que debe defenderse de alguna manera. Un accidente de tráfico entra dentro de este punto, puede que uno solo sea el agresivo, no necesariamente tendrían que actuar ambos igualmente.

La falta de descanso puede hacer que una persona esté en constante estado de agresividad. El cuerpo necesita ciertas horas para descansar, al no cumplirlas, es normal que adopten un comportamiento irritable, sensible a caer en cualquier provocación.

El objetivo de la terapia consiste en contener la rabia en situaciones que a una persona le parezcan molestas, indebidas, donde se llene de impotencia y resguarde esa agresividad que termina por explotar en algún momento.

El consumo de drogas es otro factor influyente en la agresividad, tanto la persona cuando se encuentra bajo los efectos de las drogas (sobre todos aquellas que aumentan la sensación de paranoia), o cuando se está fuera de los efectos (debido al síndrome de abstinencia).

La agresividad también puede aparecer por trastornos psicológicos como la esquizofrenia, bipolaridad y el trastorno de identidad disociativo. Es un estímulo habitual dentro de estos trastornos, pero con la terapia específica que requieren estas, quedan suprimidas.

En fin, abundan las causas que hacen fluir la agresividad en una persona adulta.


Tipos de agresividad

·     Agresividad física: como su mismo nombre lo indica, es cuando se infringe daño directo al cuerpo de otra persona, ya sea mediante un golpe, patada, empujón, bofetada, entre otros.
·         Agresividad verbal: es el daño psicológico que se le causa a otro mediante ofensas, insultos, humillaciones, amenazas, desprecios, entre otros.
·    Agresividad facial: el realizar gestos o expresiones en contra de una persona, observar de mala manera a una persona, realizar muecas desagradables.
·         Agresividad indirecta: acto que se ejecuta en contra del objeto de otra persona para no causarle directamente el daño a él.
·   Agresividad sexual: violentar de forma sexual a otro, puede ser sin llegar directamente al acto de violación (penetración, coito). Tocar sin consentimiento a otra persona con el objetivo de placer, se considera una violación sexual.

La ira también tiene distintas facetas:
·      El comportamiento agresivo y violento: cuando se tiene una respuesta violenta y agresiva a casi todo lo que rodea a una persona, incluso para lograr un objetivo.
·         Agresividad explosiva: sucede cuando se resguarda por tanto tiempo y por distintos motivos ese sentimiento ante situaciones que a una persona pueden parecerle injustas, traumática o molesta. En algún momento terminará por estallar.
·     La agresividad como una forma de defensa: se actúa por impulso propio y con negatividad cuando una persona se siente amenazada o está siendo atacada. No necesariamente puede estar siendo atacada por otra persona, puede responder así por alguna dificultad.


Curiosidades de la agresividad

·       No hay edad para la agresividad, se puede ser agresivo desde niño hasta la tercera edad.
·       El Bullying es una forma de agresividad.
·       Los hombres son más agresivos que las mujeres.
·       El tejón de la miel es el mamífero terrestre más agresivo del mundo.
·       El astrofísico Stephen Hawking considera que la agresividad humana podría acabar con la especie humana.
·      La agresividad es uno de los problemas más periódicos por los que los psicólogos son solicitados.


Tratamiento de la agresividad

Toda persona agresiva o con constantes arranques de ira y agresividad, debe acudir a un especialista (psicólogo) para tratar su condición, pero este paso no se podrá cumplir sin el primero y principal: entender que se tiene un problema y que se necesita ayuda profesional para salir de eso.

En primera instancia en Mi Psicólogo Barakaldo analizamos las características del problema, empezando por la raíz del comportamiento del paciente, qué hace que perdure tanto tiempo su agresividad, las personas más cercanas a él que se vean afectadas y también cómo perturba esto su entorno diario (casa, trabajo, universidad). Estudiamos en profundidad al paciente, cada persona requiere un tratamiento psicológico específico, no todos pasaron por la misma situación, trauma, conflicto, dificultad; la personalidad también es distinta y es lo que en Mi Psicólogo Barakaldo debemos conocer para tratarlo, sus pensamientos, lo que hace en su día a día.

Prosiguiendo con esto, el profesional que le atenderá deberá ahora poner en práctica la terapia cognitivo-conductual que es la que mayor evidencia científica muestra para el tratamiento de la agresividad. Tal y como hemos comentado, primero deberás conocer el origen de tu agresividad, porqué actúas así ante tal situación y entender que no eres culpable de tus emociones, pero si responsable de ellas. Proceder con técnicas de relajación, para así poder controlar tu ira, regularla y canalizarla. Es por esto que en Mi Psicólogo Barakaldo estudiamos las características de la personalidad del paciente, porque deberá transformar esa acción-reacción, controlar la agresividad cognitiva, es decir, controlar esos pensamientos asociados a la conducta agresiva.

En consecuencia, el paciente tiene la tarea de aprender a resolver los problemas sin acudir a sus arranques de agresividad y violencia. Conocerá a fondo sus propias emociones para no ser manejado por estas y conseguir tener el control. Así lograrás prevenir en el futuro otro arrebato de ira.

La hipnosis es otro método que llevamos a cabo y que busca modificar la reacción del agresor en una respuesta positiva, más adecuada y que se adapte a su realidad.

Para las personas que no suelen actuar de manera agresiva pero en algunas (pocas) ocasiones lo han sido, es bueno que acudan a terapia como método de prevención para que no se repita y se normalice la situación agresiva. Toma en cuenta estos consejos:

ü  Evita resguardar la ira.

Hay personas que se acostumbran a esto cuando se topan con situaciones molestas para ellos, hasta que no pueden más y estallan negativamente. Lo ideal es que afronten el problema al momento, con mucho control, y así no tendrán que guardarse nada para sí mismos y nadie saldrá afectado.

ü  Evita pensamientos demasiado ambiciosos o desafortunados.

Como se dijo con anterioridad, cuando algo no sucede como se quiere o se frustra algún objetivo, llega la agresividad. En la realidad no se trata de ganar o perder, habrán metas que se darán y otras aún no, quizás ese no era el momento. También hay cosas que no saldrán como lo planifiques, pero se podrá mejorar con mucha paciencia.

ü  Medita sobre tus acciones.

En esos momentos de ira, ¿vale la pena actuar así? ¿Se consigue algo positivo? Se tiene que aprender a mirar los problemas desde otra perspectiva, no se sabe si ese ataque de agresividad te cuesta el empleo, tu relación amorosa o familiar.

ü  Duerme bien.

Las horas que tu cuerpo necesita para descansar son sagradas. El sueño influye mucho en el carácter de una persona, alguien que no descansa lo suficiente puede volverse irritable, más susceptible a caer en provocaciones de agresividad. Estar agotados nos limita las herramientas para controlar la ira, por esto serán habituales.

ü  Ejercicios de relajación.

Una forma muy eficaz de controlar la agresividad es la relajación. Los ejercicios de respiración son muy recomendables para este caso. Hacer yoga también sirve, practicar algún deporte, leer un libro, escuchar música, un baño caliente; cualquier cosa que distraiga la mente y a su vez lleve a la tranquilidad.

ü  Situaciones tensas

Evitar verse envuelto en un momento específico que los lleve a despertar su ira, si aún no se tiene un control suficiente para afrontar algo, es mejor prescindir de él.

ü  Personas tóxicas.

Se quiera o no, siempre existirán en la vida diaria personas no deseables, que con solo verlas pueden hacerte soltar un suspiro de resignación. Será inevitable cruzarnos con la mayoría de esas personas, lo importante es no dejar que controlen la ira en tu interior, llegar a tener una comunicación amena para que los roces no se vuelvan insoportables.

ü  Terapia con un psicólogo.

Si es inevitable todo esto, la agresividad es constante y comienza a afectar a todos a tu alrededor y a tu área personal, es mejor acudir enseguida y sin muchos miramientos a un especialista que pueda ayudarte.

Como punto final, es importante decir que la agresividad a grandes escalas, no es algo que pueda controlar el ser humano por su propia voluntad, necesita ayuda profesional para tratar con su problema, no sin antes aceptar que tiene uno y que trae consigo conflictos innecesarios y que puede ahorrarse si actúa de otra manera. No se puede permitir que se haga un efecto bola de nieve, y que la agresividad persista y crezca cada vez más hasta que su efecto llegue a ser devastador. Si se conoce a una persona muy cercana con un carácter agresivo, es importante tratar de ayudarle, entender que tiene un problema y que se debe tener cuidado, mostrar que con su comportamiento se está haciendo daño él mismo y a todas las personas que lo rodean. No insistir con demasiada premura, mucha paciencia y amor será necesario si de verdad se tiene el interés de ayudar a una persona en ese estado.

La agresividad es autodestructiva, pero con ayuda profesional se puede convertir en una respuesta positiva para nuestro entorno diario.